martes, 16 de agosto de 2016

LA BATALLA DE LA AXARQUÍA

Málaga. Batalla de la Axarquia. from Jesús Núñez on Vimeo.
Por el Arroyo Jabonero aquel día corría la sangre y
 desde entonces el cerro que lame es
conocido como el Cerro de la Matanza
LAS UÑAS DEL LEÓN (De don Rodrigo Ponce de León)
Extracto 

           Mucho se ha hablado de esta batalla, pero sólo algunos malagueños y extraños aventureros conocen el lugar exacto y muchos menos son los que saben las circunstancias que se dieron, los previos y el desenlace. Algunos aficionados piensan que a Ponce de León lo que le atrajo de atacar esta zona fue la codicia, pero nada más lejos de la realidad, pues él, en aquellos momentos precisamente lo que no le faltaba era dinero, lo que de verdad le movía era lo místico, la aventura, se veía a si mismo como un ser guiado por la mano de la Virgen María y ésta le iluminaba el subconsciente..., así se sugestionaba para derrotar a los enemigos de la santa fe cristiana, católica, apostólica, romana... El personaje es muy parecido al "don Quijote de la Mancha", de Cervantes, con similares valores, sólo que en este caso es real y no es un anti-héroe, más bien todo lo contrario, prácticamente ganó todas las batallas, menos esta, ni siquiera el Cid Campeador se le aproxima, estamos hablando del conquistador que ganó más tierras dentro de la Península, el estratega de los Reyes Católicos.

Por 
José María Pérez Gómez

Salón de un palacio de Córdoba

La  nobleza se reúne junto a los reyes que presiden una gran mesa, cada noble va exponiendo sus planes para atacar y castigar a los moros porque en Navidad, aprovechando las fiestas se han apoderado de Zahara de la Sierra pasando a cuchillo a todos sus moradores.

Rey Fernando: “- Señores, como sabéis en Navidad perdimos Zahara, fue una carnicería que no podemos tolerar, es una declaración de guerra en toda regla.

Nuestros espías dicen que Málaga está poco protegida y que se puede dar un escarmiento allí e incluso tomar la ciudad…”

Rodrigo Ponce de León: “- Mi señor, si bien es sabido que Málaga se halla en esta circunstancia, la campaña será muy costosa y creo que mejor será algo de prudencia, ya conocéis mi carácter guerrero pero si tomamos primero otras poblaciones cercanas, la iremos oprimiendo y dejando más desguarnecida… Por ejemplo si atacamos Almogía, será un duro golpe, pues además es una zona agrícola, rica en sedas y en frutales, necesarios para abastecer Málaga…”

Le interrumpe el Maestre de Santiago con su inconfundible cruz roja sobre fondo blanco en el pecho… Saca un mapa, lo arroja sobre la mesa y con un espadín señala una zona.

Alonso de Cardenas: “- En tal caso, si se trata de dar un escarmiento, conquistemos mejor La Axarquía ya que es una zona mucho más rica y sus moradores son poco guerreros…, daremos un buen escarmiento a esos moros.”

Rodrigo Ponce de León: “- Señores, La Axarquía es una temeridad, no conocemos bien el terreno y es abrupto, será como meterse en un avispero…”

Rey Fernando: “- Y vos Don Pedro Enríquez, siendo el Adelantado mayor de Andalucía no habéis abierto la boca… ¿Qué decís?

Pedro Enríquez: “- Que lo que nos propone el Gran Maestre, aunque sea una locura, me gusta, es la mayor gloria que podamos tener…”

En ese momento desenvaina su espada, cosa que hacen todos incluso el rey y a una sola voz gritan:

“- ¡POR SANTIAGO!”


Axarquía, viernes 21 de marzo de 1483

Por los campos de la comarca cabalga un gran ejército, El Adelantado mayor de Andalucía Don Pedro Enríquez, junto a Don Alonso de Aguilar y diez oficiales guían a los antequeranos cubriendo la vanguardia. Detrás de ellos unas doscientas lanzas sevillanas al mando del Conde de Cifuentes; Don Rodrigo Ponce de León les sigue con setecientos hombres y cerrando filas el Maestre de Santiago con algo más de dos mil soldados…

La comitiva pasa ante unos caseríos abandonados y Don Rodrigo procede con sus hombres a quemarlos, mientras cae la noche, una oscura noche en la que se pierde el contacto visual de unos con otros.

De pronto se oye una algarada, están atacando al Maestre de Santiago.

Rodrigo Ponce de León: “- ¡Vamos señores, aquí tenéis vuestra gloria, seguidme!”

Tras una polvareda enorme y relinchos de caballos, los de Don Rodrigo socorren al Maestre que lucha ferozmente contra los moros de Málaga y reanudan conjuntamente la marcha.

Rodrigo Ponce de León: “-Don Alonso, vaya usted delante que nosotros le cubriremos la retaguardia…”

Alonso de Cardenas: “- Gracias amigo, mis hombres necesitan descansar, han sido los primeros en derramar sangre.”

Rodrigo Ponce de León: “- Ya os dije que esto no iba a ser un juego de niños.”

Desde el Alcazar de Málaga huelen a humo y se ven los campos ardiendo. Muley Hassan quiere presentar batalla, pero se encuentra mayor…  Ordena a su hermano Abdalá el Zagal, que ataque a los cristianos junto a los hermanos Reduan Venegas y Abul Kasim con la crema y nata de los malagueños.

Desde Málaga un gran contingente de hombres se dirige hacia el arroyo de Jabonero, un terreno muy abrupto.

Aguilar y Cifuentes acaban de atravesarlo. Miles de piedras, flechas y dardos caen desde las alturas impidiendo el paso al Maestre y a Don Rodrigo.

Rodrigo Ponce de León: “-¡Tomad posiciones, subamos la colina!”

La noche es muy oscura y no se distingue bien los de uno y otro bando lo que le facilita a los de Ponce de León tomar las colinas tras la retirada de los moros, mientras el Maestre aún en dificultad arenga a su tropa.

Alonso de Cardenas: “- ¡Muramos haciendo camino con el corazón, pues no lo podemos hacer con la armas; subamos esta sierra como hombres y no estemos abarrancados esperando la muerte y viendo asesinar a nuestra gente como vil rebaño!”

Las piedras que caen desde arriba arrastran a muchos hombres al abismo, pero al final el Maestre consigue coronar la pendiente, abriéndose camino a golpe de espada entre las huestes moras y huye con los suyos del escenario infernal, olvidándose del resto de la tropa y de Don Rodrigo que junto al capitán Don Alonso Aguilar y el Adelantado mayor de Andalucía Don Pedro Enríquez, han llegado hasta Cútar.

Rodrigo Ponce de León: “– Creo que el tornadizo de Bernardino de Osuna nos debe una explicación…”

Alonso Aguilar: “- ¿Quién es ese Bernardino?”

Pedro Enríquez: “– El espía moro de Alonso, el Maestre de Santiago.”

Rodrigo Ponce de León: “- Caballeros, nos estamos enfrentando a la crema y nata de Málaga, aquí están el Zagal, los Venegas, Abul Kasim y no se quienes más…”

Y en diciendo estas palabras irrumpe en el escenario la caballería de Abdalá el Zagal que los pone a todos en fuga y hace una gran carnicería entre los que coge de improviso.

Don Alonso de Aguilar y Don Pedro Enríquez se esconden en unos peñascos, mientras Don Rodrigo continúa incitando a los suyos a presentar batalla. Son muchos los que caen, entre ellos tres hermanos de Don Rodrigo: Don Diego, Don Lope y Don Beltrán y dos sobrinos suyos, Don Lorenzo y Don Manuel.

Entre la tropa se halla un morisco llamado Luis Amar que intenta convencer a Don Rodrigo, para que ponga fin a la lucha y a salvo a sus hombres.

Luis Amar: “- Mi señor, no siga o moriremos todos, esto es una encerrona, afortunadamente me tenéis a mí, confiad conozco bien la zona y os sacaré de aquí.”

Rodrigo Ponce de León: “- Luis, si te hago caso no es por mí, sino por mis hombres, sácanos de aquí.”

Luis Amar se pone al frente y a uñas de caballo por senderos estrechísimos y que sólo él conoce, logra salvar a los supervivientes, conduciéndolos hacia Antequera.

La gran envestida de los hermanos Reduan Venegas, junto a El Zagal y Abul Kasim, consigue un gran e inesperado botín de guerra, capturando: Al conde de Cifuentes, al corregidor de Jerez, Juan de Robles, Bernardino Manrique, hijo del corregidor de Córdoba, los alcaides de Morón y Anterequera, Juan de Monsalve, Pedro de Silva y otros muchos caballeros y escuderos de Sevilla, Jerez, Córdoba... 

Mil quinientos prisioneros, de los que cuatrocientos son de noble cuna están siendo conducidos hacia Málaga y en el campo de batalla se han dejado más de mil muertos, de los que ochocientos de son cristianos.