martes, 5 de diciembre de 2017

LA LEYENDA DEL DRAGÓN (Un nuevo proyecto)

   
El escenario de las aventuras
José María Pérez Gómez


   Una historia de aventuras, de intrigas y casi de cuentos de hadas, este es mi nuevo proyecto. Como ya estamos en Navidad, me gustaría contaros un esbozo. Se trata de un nuevo guion de cine, he aquí una primera entrega para crear paladar, claro que solamente para saborearla... Espero os guste.


   En un lugar de la Tierra existe una puerta hacia lo infinito, una puerta que ha estado cerrada durante miles de años, hasta hoy…


SECUENCIA 1 EXTERIOR / NOCHE

Campiña de Arcos 

    A las afueras de la ciudad, tres pastores están calentándose junto a una hoguera: Manolo, Pepe y Rodrigo. 

Manolo: - Me han desaparecido siete ovejas, la gente tiene muy poca vergüenza y no es por hambre, sino por hacer daño. No hay derecho que le roben a un pobre, no sé qué voy a hacer. 

Pepe: - Pues a paco le han aparecido diez carneros destrozados y no contentos con ello, le han adornado el cortijo con la sangre de los animales, las paredes, el carril… 

No sé a dónde vamos a llegar, cómo yo coja a éstos granujas, será mejor que antes los atrinque la guardia civil. 

Rodrigo: - No te precipites, hagamos como si no hubiéramos visto nada y cuando más confiados estén los canallas, entonces les cogeremos y les daremos su merecido. 

    Un extraño viandante aparece, dirigiéndose a ellos, aspecto de loco, mirada altanera, andrajoso pero con orgullo de caballero. Su nombre es Miguel y parece que está investigando lo ocurrido, lleva una cámara de fotos y una mochila. Todos se quedan sorprendidos y esperan con impaciencia a que éste señor hable. 

Miguel: - Buenas noches. Seguramente os estaréis preguntando qué está pasando con vuestras ovejas ¿Verdad? 

Manolo: - ¡¿QUÉ SABE USTED?! 

Miguel: - Cálmese, lo que he visto ahí abajo, junto al río, no parece obra de unos críos. 

Pepe: - Pues como yo le eche mano a los que hayan sido, van a preferir no haber nacido. 

Miguel: - Esto es algo mayor y se escapa a la comprensión humana, porque aunque parezca una gamberrada, no es obra del hombre… 

La Bestia se ha despertado. 

Pepe: - No diga usted tonterías, hombre… ¿Qué clase de bestia podría hacer todos estos destrozos? A caso no ha visto usted hasta dónde han llegado los despojos de las pobres ovejas. Hay tripas hasta en los árboles y a una altura de cinco metros, por lo menos. 

Miguel: - Es cierto ¿Qué clase de hombres pueden hacer eso? ¿Para qué ese derroche de esfuerzo? Si solo se trata de robaros el ganado. 

Veo que si os digo la verdad me tomaréis por loco, aunque ya todo me da igual y también tengo derecho a estarlo.

    Apare en escena un vehículo del que baja una muchacha, con un bolso de comida y una botella de vino tinto. Es Leonor, hija de Manolo y al llegar todos la rodean, mientras ella va sacando una fiambrera con el avituallamiento y lo va repartiendo. Manolo coge la botella y le llena un vaso al extraño.

Manolo: - Bueno hombre, no nos hemos presentado, me llamo Manolo, ellos son Pepe, Rodrigo y esta es mi hija Leonor. Quédese a cenar con nosotros.

Miguel: - Me llamo Miguel y me han encomendado cazar a vuestra bestia, aunque no me creáis y os moféis de mí, el asesino que buscáis pesa más de mil kilos, tiene unos cuernos de aproximadamente medio metro cada uno, unos colmillos de nueve centímetros, hay que tener mucho cuidado con sus garras y también con su cola… Pero además no os he dicho lo peor, también vuela y le encantan las jovencitas vírgenes, cómo tu hija, Manolo.

Manolo: - Claro, claro… y también echa fuego por la boca ¿Estás de Broma?

Miguel: - ¿Crees que luchar contra un dragón es una broma?

    Miguel se bebe el vino de un solo trago y todos se miran haciéndose un pequeño silencio, pero al pronto todos se ríen. En ese momento Leonor le coge el vaso de vino al extraño y se lo vuelve a llenar, poniendo una gran cara de circunstancia…

Leonor: - Entonces ¿Me va a comer el dragón… o no?

    Dice con sorna.

Miguel: - Eso depende. Si has leído algo sobre dragones, sabrás que eres el cebo perfecto. Pero no se preocupe, soy un profesional y no dejaré que eso ocurra.

Leonor: - Le comprendo. En tal caso no conoce usted a mi padre y sí está usted pensando en desflorarme para “salvarme”, o si su lagartija me hace un arañazo, don Manuel, aplastará al bicho y luego le cogerá a usted por la pechera y lo tirará por la peña.

Miguel: - No se preocupe usted, su señor padre va a venir a la cacería.

Manolo: - Ah…, no, yo con dragones no. Llévese a mi hija y a mis cuñaos, si quieren.

Leonor: - Pero papá… ¿Me vas a dejar sola en manos de éste loco?

Pepe: - Pues yo nunca he conocido a un cazador de dragones (dirigiéndose a Miguel) ¿Está usted seguro que Leonor puede servir de cebo?

Leonor: - ¡Pero tito Pepe! ¿En cuánto aprecio me tienes?

Pepe: - Es broma mujer… No creo en cuentos de hadas, pienso que éste Miguel es un cachondo y nos está tomando el pelo.

Manolo: - Miguel, si le pasa algo a mi niña, se puede dar por muerto.

Leonor: - No te preocupes papá, se ve que Miguel es un caballero apuesto y no dejará que me pase nada ¿Verdad?

Miguel: - Si le sirve de garantía, protegeré su vida con la mía, señorita.

Leonor: - ¡Oh, qué apuesto!

Miguel: - He venido hasta aquí para salvaros de la bestia, no para ser objeto de burlas y malas interpretaciones.

Leonor: - Sí, hombre, cálmese que estamos en el mismo bando… Dígame qué necesita y le ayudaremos de buena gana.

Miguel: - Primero nos encomendaremos al Señor en el círculo mágico que hay en la Basílica de Santa María y luego la necesitaré a usted, para llamar la atención de la bestia. No se preocupe que no he fallado nunca.

     En ese momento, Rodrigo, que casi no ha hablado, se levanta y dirigiéndose a todos:

Rodrigo: - Estáis todos como cabras. 

Y tú, Leonor, no le eches más vino a éste.

   En ese instante Miguel saca unos pergaminos antiguos que llevaba ocultos en su mochila y mostrándolos… 

Miguel: - Cuentan que durante el reinado de la Taifa de Arcos, la bandera de los Ben Jizrún era verde esmeralda y en su centro figuraba un dragón feroz. El color verde procedía de los fatimitas, a cuya familia pertenecían los reyezuelos, pero el dragón se decía que correspondía a uno de estos mitológicos animales que los berberiscos guardaban en las entrañas de la Peña Arcense para amedrantar a sus enemigos. 

En el siglo XVI, el poeta Diego Ximénez de Ayllón recordaba la leyenda en su obra sobre el Cid Campeador. Estos pergaminos hablan de ello.

A partir de aquí esperamos haberos dejado con la intriga, estamos trabajando este tema y esperamos poder publicarlo próximamente.

1 comentario:

  1. Muy buenas José María;

    Me alegra de leer esta pequeña introducción a tu aventura.Desde pequeño he escuchado la leyenda del Dragón de Arcos pero nunca he visto que nadie tomase la alternativa de escribir algo al respecto.Te animo a que sigas con ello.

    Un saludo, Ant

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