Juan Manuel, José Manuel, Benito, Sebastián y Paco en la cumbre. Al fondo se pueden distinguir el Torreón, Simancón y Reloj |
José María Pérez Gómez
Pico de los Pinos
El Pico de los Pinos en Cortes de la Frontera, con una altitud de 1.398 metros, es una de las ascensiones menos conocidas del Parque Natural de Grazalema. La cumbre está en la provincia de Málaga y a menos de cinco pasos separados por una alambrada, la de Cádiz.
Iniciamos el ascenso desde Cortes de la Frontera |
Este es el único manantial que encontraremos en el itinerario, conviene llenar las cantimploras aquí |
Paco Neira llenando la botella con agua fresca |
Lo primero que llama la atención es el por qué el Pico de los Pinos se llama de esta manera, para empezar sólo se ven rocas. Ya que estamos aquí, no nos volvemos, queremos hacer cumbre y vemos que es mejor sumergirse por nuestra derecha, bajar un poco para iniciar la subida y nos hallamos en una zona espesa de quejigos, alcornoques, encinas..., pero pinos, lo que se dice pinos..., no, bueno sí, resulta que encontramos algunos pequeños pinsapos que han sido plantados por la Consejería, estos se harán grandes alguna vez y “voalá”. Bueno la verdad es que en la antigüedad hubo un bosque de pinsapos en la zona y de aquí tomó el nombre, así como el Pinsapar en Grazalema también se llama Sierra del Pinar..., y es que en otros tiempos al no haber científicos en la zona, a lo que hoy conocemos por pinsapos se les llamaba pinos, que también podrían haberlos denominado como abies pinus bastardus de montaña andaluces u otra cosa similar que los distinguiera, una cosa es el nombre vulgar por el que lo conocen los lugareños y otra el científico, así no se les cambiaba la nomenclatura. Lo cierto es que en el siglo XIX llegó un cateto ilustrado del extranjero a darnos una lección y lo que nos dio fue el cambiazo, debió pensar que eramos una "jartá" de palurdos, había descubierto el abies pinsapus el solito, quitándole el mérito a los lugareños que le enseñaron la zona o incluso a otros autores andaluces que describieron el arbolito antes que él, si no: ¿Cómo iba a venir a buscarlo a estos reconditos lugares...? Las autoridades lo acogieron como un acontecimiento único, entrabamos en el libro de la ciencia, le aplaudieron y todos tan contentos arrascándonos la coronilla, toda la vida llamándome José y ahora descubro que me llamo Pepe...
Las mallas verdes, como esta de la izquierda, guardan los futuros pinsapos que devolverán el nombre a esta Sierra |
Dentro de la umbría, nos sorprende esta yedra |
A veces la verea se nos pierde y la volvemos a encontrar, así hasta que sin darnos cuenta ya hemos abandonado esta espesura y divisamos un cedro solitario allá en lo alto, testigo mudo de no sabemos cuantas historias, entre ellas ha visto como su compañero se ha secado, desde allí el pico nos aguarda a sólo unos metros.
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