martes, 6 de enero de 2015

Carta a los reyes

José María Pérez Gómez
Arcos de la Frontera

Una extraña luz muy intensa se paseó por la ciudad, pero solo los limpios de corazón podían apreciarla… Para los que no estaban autorizados a verla todo parecía oscuro, opaco, alborotado y los reyes en sus alforjas también traían un extraño regalo, tanto que os voy a contar un secreto: el negro era blanco. Vamos a dejarlo ahí porque les he prometido no decir para quien era aquel extraño presente.

En el Barrio Bajo los gansos estaban como poseídos, confusos y jugaban a ser ovejas, locos perdidos, pues sus alas están preparadas para volar, sus pies palmeados para nadar y su cerebro para soñar, para qué caminar… Pues caminaron como en la película de Moisés cuando los israelitas abandonan Egipto y recorrieron nuestras empinadas cuestas y todo el recorrido de la cabalgata.

El secreto mejor guardado: Entre estos gansos había una hembra que en vez de poner los huevos de oro, los ponía gordos pero con sorpresa, la yema era de diamante, lo sabemos porque en una casa puerta puso uno, lo cogió una señora y un desconocido le pidió matrimonio por raro que os parezca, y es que en Arcos la realidad supera a la ficción.

Los camellos portaban todo tipo de regalos para un público de lo más variopinto y exigente. Un mar de regalos recorría la ciudad y sus moradores estaban conectados como por un extraño hilo inalámbrico, palpable en la ilusión de todos.

Majestades este año deseo que mis vecinos sean más felices, que todos los desempleados encuentren un empleo digno, que la economía de las familias crezca más que la de las grandes empresas, que bajen los impuestos y que nadie se atreva a engañarnos.

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