jueves, 10 de marzo de 2016

ESQUEMA HISTORICO DE LA GENESIS DEL CANTE

Sevilla es una de las cunas del flamenco
José de la Torre Fernández
Profesor y Concertista de Guitarra

El sustrato del cante es tan profundo que se confunde con la nativa actitud andaluza para cantar y bailar, de hecho, Menéndez Pidal llamó a Andalucía “eterna cantaora”. Existen fuentes históricas remotas que nos dan noticia de su vocación musical, testimonios como la “Ora Marítima”, de Avieno, con datos tomados de un periplo griego del siglo VI a. de C., y ahí se habla de rítmica, de los iberos del bajo Guadalquivir, y los versos de Marcial y Juvenal, donde se describe el arte de las muchachas de Gades, consistente en el cante y el baile festeros. Así tenemos un marco donde se funden elementos musicales de diferentes culturas que convivieron o se interpusieron en Andalucía desde el siglo VIII al XV. Los elementos músicos asimilados de esas culturas son los siguientes:

1º) Modos jónico y frigio (dramático y cromático), que inspiraron el cante litúrgico bizantino o griego, que se mantuvo en Córdoba hasta el siglo XIII por la Iglesia Mozárabe, y cuyo influjo en el cante flamenco ha sido subrayado por Manuel de Falla.

2º) Primitivos sistemas musicales hindúes transmitidos a través de los sirios y del cantor y poeta bagdadí Ziryab durante el emirato de Abderramán II, con estilo reiterativo y ornamental (por ejemplo, la siguiriya de Curro Durse).

3º) Cantos y músicas musulmanas, que introdujeron la llamada “gama oral” y una nueva categoría musical, la medida. Fruto de este influjo tenemos el fandango y sus múltiples derivaciones. Esta influencia debió actuar hasta mediados del siglo XVII, especialmente en las tierras bajoandaluzas.

4º) Melodías salmodiales y sistema musical judío entre los siglos IX y XV. Ejemplos de esta influencia los encontramos en algunas siguiriyas, como las de Joaquín la Serna, cantadas por Manuel Torre (“Te fuiste de mi vera”) y en las saetas, que están emparentadas con la famosa oración hebrea “Kol Nidrei”.

5º) Canciones populares mozárabes, de tipo indígena, autóctonas andaluzas en las que se proyecta la sombra y el ritmo de las “cantigas gaditanas”. A este tipo pertenecieron las “jarchas” y las callejeras “zambras” que tanto gustaban a los Califas cordobeses.

   Así pues, encontramos un panorama musical bastante anárquico con la convergencia en Al-Andalus de los más diversos influjos, sin embargo, entre tanta variedad, aquello en lo que todos participaban fue en los cantes y bailes propios del pueblo arábigo-andaluz, o sea, las jarchas y las zambras.

   Con la reconquista de Córdoba y Sevilla no se debieron alterar sustancialmente las tradiciones musicales y folklóricas de Andalucía. Los castellano-leoneses que acompañaron a Fernando III se andaluzaron bastante más que se castellanizaran los andaluces.

   Aún no se había formado ninguna modalidad flamenca, pero con los materiales dispersos por los campos de Cádiz y Sevilla, un nuevo pueblo llegado a final del siglo XV, forjará los primitivos cantes flamencos, los gitanos. Estos cantes primitivos, integrarán las diversas tradiciones musicales que encontraron vivas en la abundante población morisca de los campos bajoandaluces y su poderosa contribución racial.

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