José María Pérez Gómez
Por cuestiones del azar mi alma se llenó de vida y también por la misma cuestión, hoy me he convertido en un pavo, me he metido en su piel para contaros esta historia:
“- Me dijeron que mi vida iba a ser muy bonita porque podría revolotear y piar por los campos, subirme a los árboles, cantar… Así que acepté ser un pavito y a través de la energía del sol adsorbida por mi padre y de la materia de la tierra engullida por mi madre, me crearon haciendo un conjuro de amor. Mi alma entró en ese huevo y mis progenitores nunca me conocieron porque fui incubado artificialmente como el mejor producto de la granja.
Ha pasado un año y me he convertido en un hermoso pavo, no me ha hecho falta aprender a revolotear y todavía desafino al cantar, me han dicho que cuando lo haga mejor, me darán una beca para estudiar en la universidad de la “Cu-chilla,” como han hecho con todos mis hermanos. ¿A dónde voy a ir, con lo bien que se está aquí…?
Ahora en el corral sólo quedo yo y todos me admiran. Espero que os guste mi estampa, me dicen que estoy muy “güeno” y que pronto me darán la beca. Entonces seré libre, pero vosotros que me habéis cuidado con tanto esmero seguiréis trabajando, porque esa es la condición de vuestro existir: trabajar para comer.
La Naturaleza invirtió millones de años en mi desarrollo y me dio alas para ser libre, pero ahora me he dado cuenta que no lo soy, nunca lo he sido, al igual que tú que no naciste para ser esclavo, pero lo eres… Ningún ser nace para pertenecer a nadie, eso es una blasfemia… por lo que ser esclavizado o devorado es una aberración, además es terrible pensar que alguien te cría para ser tu dueño y señor, para luego torturarte y devorarte…, en esas condiciones prefiero no haber ni siquiera nacido.
San Francisco de Asís nos decía: “- Hermanos.” A todos nos llamaba así, porque por encima de nuestra condición animal, somos seres, al igual que tú, con tus mismos anhelos de libertad y también soñamos con vivir una vida plena, la que nos han robado.
Cuando un hombre hace un sacrificio a sus dioses, al final el animal acaba degollado y luego es ingerido por la comunidad, por el clan, pero eso no es un sacrificio, porque en teoría Dios no come en ese almuerzo y nuestras vidas, las de todos, incluida la tuya, ya le pertenecía, por lo que he de suponer que a ese mismo Dios al que adoráis sin conocerle, le complace la vida, la que Él o la Naturaleza ha creado.
Así que los animales y las plantas no fueron creados como un regalo para el Hombre, sino que surgieron de la misma naturaleza que Él, como un patrimonio del que deben dar cuenta, porque el verdadero sacrificio sería que los hombres no comieran seres hermanos y que pensasen en sacrificar sus vidas por salvar el planeta y sus almas.
Yo no soy aquel Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, soy un triste pavo de un triste y lúgubre corral en el corredor de la muerte, pero aquel Cordero que se convirtió en Hombre dicen que se sacrificó para ser el último de los sacrificios.”
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