martes, 29 de septiembre de 2015

San Miguel: Patrón eterno de Arcos


José María Pérez Gómez

   "Hubo un gran combate en los cielos. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya lugar en el Cielo para ellos. Y fue arrojado el Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él." (Apocalipsis 12, 7-9)

   San Miguel es el general de los ejércitos de Dios, nuestra ciudad está protegida por él y aunque de vez en cuando el diablo envía a algún que otro espía para destruirnos, San Miguel siempre está vigilante y con su espada en alto, dando cogotazos a todo el que se menee...

   En la época islámica una joven princesa, desconcertada por la noticia de la muerte de su amado, el rey Abdun ben Muhammad  Jizrun, se arrojó por la Peña, no sin antes encomendarse al arcángel, que acogió su alma y se convirtió en leyenda. Curiosamente la bandera de su amado era un dragón sobre fondo verde, señal de que la ciudad estaba marcada por el estigma de aquel antiguo combate y el rey de  nuestra ciudad había tenido terribles luchas contra maliciosos enemigos, hasta ser engañado y asesinado por un demonio: Al-Mutadir, rey de la taifa de Sevilla.


   Por tanto Arcos ha estado adorando a San Miguel tanto en la época Islámica, como en la Cristiana que curiosamente fue arrebatada a los islámicos el día dedicado al arcángel.

   Fijaos en esta historia:
   En aquel tiempo envió Satanás a un demonio para apoderarse de su templo, pero San Miguel no vivía en él y dejó que el maligno creyera en su victoria... La gente seguía adorando a su protector y el maligno mandó cortar la cabeza de una esfinge del templo dedicada a él. 

   La ciudad entró en decadencia y la oscuridad parecía que se apoderó de ella, pero en el interior de los arcenses una luz especial brilla, esa luz no la puede ver cualquiera porque entre nosotros ha habido y hay combatientes de todos los tiempos, llamados a filas para luchar en el nombre de Dios, algo que aunque os parezca raro ocurre, porque siempre pensamos que Dios no existe y que si existiera no podemos matar en su nombre...

   Y así en mis sueños, he visto cosas tan raras como si al despertarme estuviese en un campo de combate, miro hacia arriba y me encuentro que a mi izquierda está la bandera verde con el dragón comandada por Abdun ben Muhammad Jizrun, a mi derecha la bandera de los Ponce de León comandada por Don Rodrigo que se dirige hacia a mí, para darme la vienvenida al mundo real y decirme que ahora por azares del destino, los islámicos y los cristianos estamos en el mismo bando...

   El miedo se apodera de mí porque se que me van a encomendar algo y efectivamente no tardan en darme el encargo: Tengo que ir a declararle la guerra al diablo.

  Todavía no sé como lo haré, ni quienes me acompañarán. Llevo declarando guerras toda mi vida, siempre he sido un rebelde y mi viejo cuerpo lo tengo lleno de heridas. No se extrañen que os llame a filas, necesitamos un poderoso ejército para hacer lo contrario de lo que hasta ahora hemos hecho, soy tan cafre que he entendido el mensaje:

   “- ¡¡¡DIABLO, vengo a declararte la PAZ!!!”

    “- ¿Por qué, que te he hecho?”

    “- Porque eres muy malo y ya me tienes harto...,     que estamos en feria y te invito a una copa.”

   No sé si con esto se asustará ¿A nadie se le ha ocurrido declararle la PAZ? Si puedo ver esto en mis sueños, por qué no va a ser verdad. 

   Prefiero que me tomen por loco, yo se quien soy y lo que quiero, ojalá y fuese tan fácil acabar con las guerras del mundo, declarar la PAZ es más difícil y si nos lo proponemos sé que podremos, el momento es ahora, paremos el mundo, estamos de fiesta y estos días por las calles del infierno los puros de corazón verán a don Rodrigo Ponce de León junto a don Pedro de Vera Mendoza, brindar con Abdun ben Muhammad Jizrun, los primeros con vino, el segundo con té.

   Las campanas de Santa María están repicando, San Miguel sonrie y el pueblo se apiña para felicitarlo.

   No es de extrañar que el diablo fuese derrotado en nuestra tierra, una y otra vez... En la zona de El Guijo hay una antigua mina de azufre y cuando hay temporal huele a podrido, como a excrementos de dragón.  

   De esta mina cogieron los franceses el azufre para hacer las bombas con las que asaltaron Cádiz, pero este azufre está contaminado por el arroyo El Salado, el que viene de Espera y los paisanos sabemos que es  de muy mala calidad, pero aquellos pobres diablos no lo sabían y lo cogieron para asaltar nuestra capital... De ahí surgió esta famosa copla popular:
Con las bombas que tiran los fanfarrones
Se hacen las gaditanas tirabuzones.
Que las hembras cabales en esta tierra
Cuando nacen ya vienen pidiendo guerra.
Y se ríen alegres de los mostachos
Y de los morriones de los gabachos
Y hasta saben hacerse tirabuzones
con las bombas que tiran los fanfarrones.

Cañones de artillería,
Aunque pongan los franceses
Cañones de artillería,
No me quitarán el gusto
De cantar por "Alegrías"

Con las bombas que tiran los fanfarrones
Se hacen las gaditanas tirabuzones.
Que las hembras cabales en esta tierra
Cuando nacen ya vienen pidiendo guerra.
Y se ríen alegres de los mostachos
Y de los morriones de los gabachos
Y hasta saben hacerse tirabuzones
con las bombas que tiran los fanfarrones.

Son de tierra y no se notan,
Las murallitas de Cádiz,
Son de tierra y no se notan,
Pa que en ellas los franceses
Se rompan la cabezota.

Con las bombas que tiran los fanfarrones
Se hacen las gaditanas tirabuzones.
Que las hembras cabales en esta tierra
Cuando nacen ya vienen pidiendo guerra.
Y se ríen alegres de los mostachos
Y de los morriones de los gabachos
Y hasta saben hacerse tirabuzones
con las bombas que tiran los fanfarrones.
 

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