José María Pérez Gómez
Era un señor muy bueno y todas las mujeres del reino le amaban, por eso siempre estaba empalmado.
Un buen día, jugando a un juego de meter pelotas, conoció a una princesa y ésta quedó prendada de él, hasta tal punto que perdió la cabeza y en poco tiempo se casaron.
Era tan buena persona que todo el mundo le hacía regalos y él estaba tan encantado que ya lo veía como una costumbre…, bueno, digamos que al que no le daba, le pedía y todos le consentían y concedían. Tanto era la generosidad que en poco tiempo, con la ayuda de algunos asesores, amasó una pequeña fortuna… Pero su mujer, que como hemos dicho antes, había perdido la cabeza o nunca la tuvo en su sitio, no se enteraba de los tejemanejes de su esposo.
Un día la chusma los acusó de apropiación indebida, pues algunos dirigentes les habían regalado los ahorros del pueblo…
Así las cosas, se montó un pollo de mil demonios en la prensa, que sacaba el asunto un día sí y al otro también en todos los medios. La corona estaba en peligro, era un jaque con lances que apuntaban más arriba.
Había que hacer algo y atajar el asunto de raíz, por lo que hubo un juicio, bueno lo que se dice juicio o JUSTICIA no tiene porque ser la moral que todos creen correcta… En este país ya nadie cree en la justicia, salvo algún iluso. Las sentencias se acatan, pero no por ello vamos a dejar de opinar sobre ellas, vamos que es tradición que los que ostentan el poder hagan lo que les viene en gana. Hubo un solo juez que creía que podría cambiar la historia. ¡Ja…! ¡Qué equivocado que estaba!
¿Qué os creíais, que alguien iba a pagar con cárcel por un dinero regalado, cuando otros trincaban más para gastárselo en sus amantes?
La Corona no se pronuncia, pero la sentencia del pueblo es más dura que la de los magistrados. Por el reino encantado, ya no podrán pasear como antes y dónde quiera que vayan será raro que no les reconozcan…
En el LAZARILLO DE TORMES nos dan una magistral lección sobre esto, como se trinca a un ladrón, cuando el ciego se queja al lazarillo porque según él se está comiendo las uvas por lo menos de tres en tres...
"- Sí, porque yo me las como de dos en dos y tu callas."
Ese es el tema, aquí hay mucha gente que están calladas y no pasa nada.
En el LAZARILLO DE TORMES nos dan una magistral lección sobre esto, como se trinca a un ladrón, cuando el ciego se queja al lazarillo porque según él se está comiendo las uvas por lo menos de tres en tres...
"- Sí, porque yo me las como de dos en dos y tu callas."
Ese es el tema, aquí hay mucha gente que están calladas y no pasa nada.
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