Los camareros que ahora salen en los programas de televisión, no difieren mucho de éstos. |
José María Pérez Gómez
No estamos en China, India, Mauritania o Sudán, donde pensamos que la mano de obra es tan barata que el trabajo llega a convertirse en un crimen contra la Humanidad.
El límite entre un hombre libre y un esclavo, no es sólo el precio de su trabajo, sino también el tiempo invertido: una persona que echa más de seis horas al día en su puesto, ya deja de ser persona y termina por convertirse en otra cosa, en una máquina que vive sólo para trabajar… Levantando la vista, cuando tengas unos añitos de más y te des cuenta de ello, probablemente no querrás seguir viviendo.
Algunos negreros son estrellas de televisión y el público les aplaude ignorantes de saber que las estelas de sus brillos son más opacas que un lodazal. Un inspector ni siquiera se atreve a poner un pie en estos impolutos platós, donde los piratas también poseen esclavos y los muestran sin pudor ante las cámaras.
La infección alcanza todos los rincones, ayuntamientos y otras instituciones incluidas, pero pocos o nadie se escandalizan. La formación es importante y todas las empresas buenas tienen aprendices, la diferencia está en el trato... cómo ya hace tiempo que nadie incentiva económicamente a sus aprendices, todos hacen lo mismo y no hay vergüenza, fomentando un régimen esclavista camuflado en pleno siglo XXI.
Hace algunos añitos, la formación era igual de importante y los trabajadores en prácticas aunque mal pagados, cobraban sus horas. Lo sé porque yo fui uno de ellos y el gobierno pagó por mis prácticas de imagen y sonido, recibiendo la empresa por mi formación 150.000 pesetas y un servidor percibió 50.000, además durante los tres meses que estuve, estaba cubierto por un seguro de estudiante y mis prácticas eran supuestamente vigiladas por el centro de estudios.
Era escandaloso porque le poníamos toda nuestra ilusión para que la empresa nos contratara, hasta que se nos rompió el espejo y descubrimos que la empresa tenía previsto seguir ahorrándose trabajadores a costa de los becarios, pues era una mano de obra muy importante y no solo les salía gratis, sino que además percibían dinero del gobierno.
Hoy es peor, vamos para atrás, tener becarios es más que un chollo. ¿Cómo alguien puede ilusionarse sabiendo que el futuro de nuestros jóvenes, es trabajar para una empresa que empieza a explotarlos como aprendices, sin cobrar? Hay que tener mucha cara para defender esto y por supuesto pienso que hay que dar ejemplo. Las instituciones públicas no pueden ni deben tener becarios trabajando sin remunerar, ni mucho menos deben permitir que un particular pueda beneficiarse de un sumiso.
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