lunes, 27 de agosto de 2018

¿Cómo se atrapan a los demonios?


José María Pérez Gómez

Cuentos del Alma

   Estaba abstraído, como en otra dimensión y pensaba que estaba soñando. Delante de mí un extraño ser me dio la bienvenida, al principio no me percaté que ese ente tenía alas y que me conocía muy bien, luego me di cuenta que es uno de los personajes de los que ahora escribo… 

   Que los personajes de tu “ficción” se te presenten, te guíen y te cuenten su historia, son momentos mágicos difíciles de olvidar cuando se tienen, son momentos de éxtasis y de inspiración, donde cosas que parecen que no tienen sentido, acaban encajando y cuando puedes comprobar que vas por buen camino, miras hacia atrás, como si pudieras rebobinar y ver de nuevo ese pensamiento, un pensamiento que pasa tan rápido como un rayo, que fluye y te atrapa. 

   Las experiencias de lo vivido, los recuerdos de lo que me enseñaron de pequeño, se funden en mi mente, formando espacios y nuevas cavidades que se abren camino en una dimensión creada y que sólo parece real en mi mente. 

   Conocer a arcángeles, hablar con demonios, jugar con sus caracteres y aprender algo de magia, sus mitos, de dónde vienen, sus historias, por qué son así… es algo apasionante. 

   Cuando un tal Miguel les explica a sus amigos Manolo, Rodrigo y Pepe cómo se atrapan a los demonios, es algo que por lo menos no puedes más que reírte… pero cuidado, que puedes comprobar que estos episodios, por más locos que parezcan, están basados en hechos reales. 

   Por eso quiero compartir hoy con vosotros esta secuencia de LA LEYENDA DEL DRAGÓN, un trocito de las cosas que me pasan en el mundo “real”, una primicia. 


Plaza del Cananeo, Arcos de la Frontera 

   En la barra de una taberna están sentados Manolo y sus cuñados. Están reflexionando con unas copas de tinto, las enseñanzas de Miguel… 

Manolo: - Entonces digamos que el espíritu es como una energía, una corriente eléctrica que envuelve todo lo que tocamos o hacemos, dirigiendo nuestras acciones y el cerebro ni siquiera se entera. 

Es como una corriente electrostática rodeándonos y termina afectándonos en nuestros actos, como lo hacen las sustancias químicas, los fármacos, aromas o bebidas… 

Rodrigo: - Pues no bebas o el alcohol pensará por ti. 

Manolo: - No somos libres, todo lo que entra en contacto con nuestro SER, nos afecta. 

Pepe: - Pero la gente cree que los placeres de la vida son el sexo, el dinero y una loca forma de divertirse, bebiendo y consumiendo sustancias psicotrópicas… sin entrar en temas espirituales porque para muchos, el espíritu no existe… 

Rodrigo: - Claro, a mí los incrédulos me dicen: 

                “- Disfruta, esto es lo que te vas a llevar.” 

Manolo: - Pero si tú eras el más incrédulo. 

Rodrigo: - Pues ya ves… 

Manolo: - Debemos ayudar a Miguel, todos debemos de estar con él. 

Rodrigo: - Ya… 

Te confieso que aunque sé que el espíritu es inmortal, tengo miedo. 

Pepe: - El miedo es bueno, nos hace ser prudentes. Lucharás bien. 

Rodrigo: - He estado leyendo algo sobre estos temas y he encontrado unas historias del rey Salomón, en las cuales se dice que San Miguel le regaló un anillo mágico al rey, y que éste lanzándolo contra los demonios los capturaba y que cuando ya tenía un buen puñado de malos, les ordenó a construir su templo. 

En esos momentos llega Miguel que entrando por la puerta está escuchando la conversación y sonriente, tomando una mano de Rodrigo, abre su derecha y le deja caer un anillo. 

Miguel: - ¿Un anillo como este? 

Ten es tuyo. 

Rodrigo: - ¡COÑOOOO! 

Ahora sí que tengo algo de miedo… 

Miguel: - Si has leído eso, te será fácil usarlo. 

Rodrigo: - Fácil es decirlo, otra cosa es hacerlo, nunca le he arrojado un anillo a un demonio. 

Pepe: - Pues yo sí. 

Rodrigo: - ¡No me digas que tú sabes utilizarlo! 

Pepe: - Una vez cogí a una demonia que me traía por la calle de la amargura… Guapa como ella sola, morena, pechos prominentes y una larga melena de pelos negros como el carbón… me iba con ella de fiestas cada vez que podía y llegábamos a casa a las tantas de la madrugada; Yo luego tenía que ir a trabajar y parecía un zombi, de esos que salen en las películas… mientras ella aún permanecía acostada. 

Le puse un anillo en su dedo corazón y desde entonces es mi mujer. Ya no nos vamos tanto de fiesta y desde entonces está más apaciguada. 

Rodrigo: - ¡JA, JA, JA! Tú tienes salidas para todo, Pepe. Cómo se entere de esto te va a dar con el anillo la del pulpo...

Miguel: - ¡JA, JA, JA! Ríete ahora que puedes, que después… después no podrás reírte tanto.

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