miércoles, 25 de mayo de 2016

El arcense Antonio Ortega gana el Premio Extraordinario Máster Estudios Hispánicos

Antonio Ortega Castillo
Entrevista por José María Pérez Gómez

   Como un ratón de biblioteca, Antonio Ortega lo escudriña todo y está escarbando con sus estudios donde otros no han querido, dando con algunos huesos olvidados, de un pasado no muy lejano. 

   Ahora recientemente le han otorgado el:
 Premio Extraordinario Máster Estudios Hispánicos, reconociendo una parte de sus estudios y la labor que hace. 



¿Qué significa para ti este premio? 

   Este premio es una mención especial, un reconocimiento a todo el esfuerzo realizado durante el curso 2014-2015, en el que cursé el Máster de Estudios Hispánicos de la Universidad de Cádiz. Fue un curso excepcional, pude compartir clase con compañeros de distintas culturas y nacionalidades, lo que aportó una multiculturalidad digna de disfrute de cualquiera. Y, como colofón, obtuve la máxima nota en mi Trabajo Final de Máster. Éste comprendía un amplio estudio sobre el Arcos del primer tercio del siglo XX y, políticamente, centrado en el paso de la Dictadura de Primo de Rivera a la Segunda República en nuestro pueblo. 


¿Cual ha sido la época de mayor esplendor para Arcos? ¿Cuál la más oscura? 

   Depende de lo que se conciba por «época de esplendor», desde la óptica positivista que ha venido imperando en los últimos tiempos en la historiografía española, probablemente habría que citar la etapa de la Edad Moderna, cuando Arcos emerge como centro del cristianismo, con las cruzadas, con sus iglesias y el establecimiento del feudo. Anterior a esto, podríamos subrayar la época de Al-Andalus o, concretamente, la etapa en la que Arcos fue reino de Taifa, aglutinando bajo su poder a casi toda la actual provincia de Cádiz. No obstante, como historiador social, o al menos que se preocupa por la historia no oficial, es decir, la de la gente común, sin duda entendería como una «época de esplendor» de Arcos una etapa en la que todos los arcenses hayan disfrutado de unas condiciones de vida aceptables, entendiendo con esto a tener, en condiciones dignas, tres cosas básicas: pan, techo y trabajo. Sin duda, el Arcos de los primeros años del siglo XXI se acercó mucho a esto, aunque como ya todos sabemos, era un mundo surrealista, con un sistema pervertido, unas prácticas sociales huérfanas de valores y unas concepciones de la vida totalmente irreales. 

   En cuanto a la «época más oscura» podría apuntar que la última década del siglo XIX fue una etapa muy complicada en Arcos, con muchos problemas estructurales derivados de la propiedad de tierra, en manos de forasteros, que subyugaban al campesino al terruño, influyendo notablemente en el desarrollo de su vida y minando sus posibilidades de mejora. Gracias a mi Trabajo Final de Máster, pude estudiar esta etapa y obtener algunos datos relevantes. Fíjate, entre 1887 y 1898 Arcos pierde más de dos mil doscientos habitantes. Toda una barbaridad para un pueblo como Arcos que había llegado a tener más de dieciséis mil habitantes en este siglo. 


Estás muy involucrado en la Memoria Histórica, buceando en archivos y desenterrando huesos ¿Qué es lo que te ha atraído para estar metido y promoviendo esta empresa? 

   Podría argumentar infinitas razones justas para responder a esta pregunta. Sin embargo, como bien he comentado en otras ocasiones, lo que me atrajo a trabajar este asunto fue el hecho de que mi abuela Luisa falleciese sin conocer dónde está su padre. Mi bisabuelo fue Miguel Gil Blázquez “El Churra”, perito agrícola de profesión, era secretario de « Fraternidad Obrera » y escribía en el periódico obrero jerezano La Voz del Campesino. Fue asesinado en Torremelgarejo en agosto de 1936. 

   Tras la muerte de mi abuela, en 2011 me sumergí en mi primera investigación, comencé a investigar la historia de El Churra, visitando archivos y hemerotecas. Pude dar con documentos escritos por su puño y letra e incluso con un artículo escrito por él en octubre de 1932. Desde entonces no he parado ni un solo instante de estudiar la historia de los asesinados, teniendo ahora una visión mucho más amplia de lo que fue y significó la represión franquista en Arcos tras el golpe de Estado del 18 de julio. 

   En el verano de 2015, junto con un grupo de familiares de asesinados y personas implicadas en este asunto, decidimos dar un paso al frente y constituirnos como Asociación por la Memoria Histórica de Arcos de la Frontera para dar a conocer nuestra historia más cercana y recoger el testigo de la memoria de los olvidados de y por nuestro pueblo.

   Por otra parte, también he tenido la posibilidad de participar en la excavación de la única fosa abierta en Paterna de Rivera. Fue una experiencia muy gratificante el poder devolver los restos de un familiar a unas personas que llevan años sufriendo por ello y añorando la idea de recuperar sus restos.


 Esto de indagar en este pasado tan cercano ¿No supone ir abriendo heridas? 

   - ¿Abriendo? 

   - Pregunto: ¿Se han cerrado alguna vez? 

  Invito a todos los que piensen que por luchar por recuperar los restos de mi familia estoy «reabriendo heridas», a que me acompañen en las entrevistas que estoy realizando a los hoy ancianos (Isabel, Antonia, Adela, Francisco, Miguel, Ana, José, Cristo, etc.), en el ’36 niños, a los que asesinaron a sus padres y tras ocho décadas ( ¡Ocho Décadas! ) no saben dónde están, para que sean ellos mismos, es decir, los que suelen decir que se «reabre heridas», quiénes corroboren si alguna vez se han cerrado las heridas.

   Entonces, estoy completamente seguro de que se evidenciará que eso del «Pacto del Silencio» fue un invento, un discurso vacío (que la mayoría se ha creído) y una imposición desde arriba, de una minoría que ostentaba el poder, que antes eran de lo que eran y en los años setentas y ochentas, como buenos camaleones, se hicieron un look democrático porque convenía política y económicamente para objetivos vitales como entrar en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) o ser reconocido como un país del «primer mundo». 


 ¿Qué es la justicia para ti? 

  Concibo la justicia como un principio moral y ético que ofrece a cada uno lo que le corresponde. Por eso creo que es de justicia que las noventa personas vilmente asesinadas de Arcos (para que nadie se confunda, especifico que éstos estaban en sus casas, no en el frente, al que podían haber ido) se encuentren después de tanto tiempo con sus familias para cerrar de verdad el horror de sus asesinatos.

  Hablando de la doble concepción de justicia, como me decía una vecina de Arcos, Adela Oliva, cuando me contaba cómo su madre tuvo que buscarse la vida para alimentar a varios hijos tras el asesinato de su marido, José Oliva, un horticultor que solía representar a los campesinos cuando se negociaban las bases de trabajo con los patronos: 

   « ¿Robar? Robar era los corazones que asesinaron».


¿No te da miedo el descrédito al que puedas ser sometido por intentar investigar los crímenes del franquismo? 

   NO. Lo que me da miedo es el Silencio que se impone a base de asesinato y/o ignorancia. El mayor descrédito sería volver a fusilar a mi bisabuelo, y a todos los que fueron doblemente represaliados, con el Silencio. Si no investigase sobre sus historias, sería partícipe de su segundo asesinato, el Olvido. Y, con éste, los mataría por segunda vez.

Así, también es verdad que no sólo me dedico a investigar la represión franquista, precisamente ahora estoy realizando un trabajo de investigación sobre la Revolución de 1868, o sea la conocida como «Gloriosa» o «Septembrina», en Arcos. También he publicado trabajos sobre el movimiento obrero de Arcos, he estudiado el primer liberalismo arcense del siglo XIX, las condiciones demográficas y socioeconómicas de nuestro pueblo en el primer tercio del siglo XX, su estructura y propiedad de la tierra en dicha época, las políticas educativas, etc. 


¿Sabías que tu vecino Manuel Pérez Regordán, mi padre, fue el primero que publicó abiertamente algunos de estos crímenes en Diario de Cádiz, a mediados de los años `80 y que algunos de sus amigos de buena posición social intentaron convencerlo de que no lo hiciera, porque se iba a meter en un buen lío? 

   Conocía que Manuel Pérez Regordán, tu amado padre, había trabajado el asunto de los maquis, pero desconocía el rechazo al que fue sometido por la «élite cultural» del pueblo. Supongo que a estas alturas no te sorprendería nada, pero, mira, si se estudia y analiza, como he tenido la oportunidad de hacer, la propiedad de la tierra, las élites locales y el desarrollo de los acontecimientos en las cuatro primeras décadas del siglo XX en Arcos, se entienden muchas cosas. 

   Los años ochenta hubiese sido la época clave para estudiar y dar a conocer los crímenes y asesinatos del golpe de Estado, la Guerra Civil y posterior dictadura porque era cuando se disponía de información. Ahora es muy complejo por la ausencia de fuentes documentales, las que se han perdido o se han hecho perder, y, sobre todo, las orales, que son fundamentales para conocer la «Memoria Histórica». Si se hubiera hecho entonces, no haría falta el movimiento memorialista actual ni que familiares e historiadores tengamos que estar solicitando dos cositas tan sencillas como «Humanidad» y «Dignidad».

Gracias.

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