sábado, 11 de agosto de 2012

Hasta qué tamaño

Salvador Hueso Sañudo
Arcos de la Frontera

       No sé, ni creo que existan reglas al respecto, hasta qué tamaño de fruta se sirve entera en los restaurantes cuando se pide como postre. Digo esto porque si la elección es el plátano, la naranja y algunas otras, lo normal es que pongan una unidad por comensal; sin embargo, si la petición es el melón, sandía u otras de tamaño similar, por lo común ponen una tajada o rodaja para cada uno, luego entonces cabe preguntarse si el servir la fruta entera o en porciones es facultad del chef o de un protocolo que, por razón del tamaño aconseje hacerlo en trozos. Y es aquí cuando surge la duda, ya que si se pide melón o sandía lo suyo sería el servir un ejemplar de esa fruta y de ninguna manera una rodaja o tajada, ya que de hacerlo en esa modalidad debería figurar en la carta o anuncio del menú como: “una-s rodaja-s o tajada-s de la fruta en cuestión”.

       Hace algún tiempo, en compañía de un amigo, pueblerino como uno por más señas, quisieron las circunstancias que arribáramos a la Capital del Reino por asuntos personales, y quise demostrarle como en plena Puerta del Sol, en un modesto restaurante inmediato al kilómetro cero, se podía comer por una friolera. Todo iría bien en el transcurso de la cena, pero el problema surgió al pedir melón de postre y llevarnos a cada uno una rodaja que parecía haber sido cortada con un microtomo, postre que, previo a un leve rifirrafe con el camarero, sería rehusado y sustituido por un melón de medianas dimensiones, ejemplar que consumimos sin rechistar ante las miradas estupefactas de los comensales de las mesas próximas. El importe del menú se vería significativamente inflado y, cómo no, el de la propina, pese al rifirrafe, porque en Madrid es preceptivo dejar algo al barman.

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