martes, 25 de septiembre de 2012

La telera de pan

Salvador Hueso Sañudo
Arcos de la Frontera
      
       Cuando la hambruna llamó a la puerta de muchos hogares españoles, allá por los primeros años de la década de los cuarenta del pasado siglo, la telera de pan se convirtió no sólo en el elemento con el que mitigarla sino, además, en símbolo paliativo de las muchas penurias heredadas de una guerra civil en la que la inmensa mayoría de las familias habían perdido a un ser querido. Pero con el tiempo la telera perdería protagonismo hasta quedar casi olvidada siendo sustituida por otras piezas de menor
peso y en proporción más cara, si bien sería en el campesinado más deprimido en el que amanecía el hambre antes que el día donde siguió persistiendo, como fue en la vivienda familiar típica del pegujalero del agro andaluz, la choza, en la que no faltaría el horno artesanal construido de ladrillos toscos y barro colorado en el que se cocía el nutriente pan bazo. Horno que era calentado a base de leña y ramajes, especialmente de olivos y acebuches.

       En estos tiempos, en los que el retroceso del bienestar se agudiza, la telera de pan recobra relevancia, siendo recibida con avidez cuando se lleva como presente a una unidad familiar, especialmente en aquellas sin ayudas de sus, por lo común, progenitores y en las que sus miembros están en paro y la moneda no fluye o lo hace de manera perezosa. Pero esta situación no se va a eternizar, tenemos un país rico y con muchos recursos que deberían ser explotados con políticas diferentes a fin de salir de la actual situación de precariedad que se ha dado en llamar crisis, y para ello habría que cambiar, o suprimir, todo aquello que de alguna manera haya contribuido, o esté contribuyendo, a la recesión.

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