Capilla de la Misericordia |
El pasado viernes 30 de noviembre
se clausuraron las JORNADAS LITERARIAS de este año, con el homenaje al poeta
Arcense Antonio Luis Baena. El acto estuvo protagonizado por el Delegado de
Cultura: Domingo González; el poeta arcense: Antonio Murciano; el editor y
poeta José Mateos y la presentación corrió a cargo del también poeta arcense:
Pedro Sevilla
Domingo González abrió el acto |
Domingo González: “- Buenas noches a todos,
bienvenidos a la Capilla de la Misericordia, seguimos con este NOVIEMBRE
LITERARIO, que este año como novedad hemos repartido a beneficio de todos en
dos semanas, muchas gracias por vuestra asistencia y bueno, presentamos hoy ese
libro EL ÚLTIMO NAVÍO de Antonio Luis Baena a cargo de Pedro Sevilla y con esa
presentación, bueno, esos pequeños poemas que vamos a leer a continuación,
lectura de esos poemas de Antonio Luis Baena.
Espero que sea del disfrute de todos vosotros y como ya he dicho:
bienvenidos.
Antonio Murciano |
Antonio Murciano: “- De entrada quiero hacer una
pequeña aclaración y dividir lo que pudiera hablar de Antonio Luis Baena un
primo suyo, como soy yo, como sabéis y los que no lo sepan yo se lo digo, que
es primo mío doble, uno porque sus abuelas Doña Magdalena González Arias de
Reyna era hermana de mi abuelo Ramón, el médico de Utrera, donde por cierto voy
mañana, un inciso, a presentar mi libro de Juan Belmonte, y otro porque mi tío
Paco Murciano, hermano de mi padre estaba casado con Nieves Baena hija de Adela
y entonces volvemos a ser primos por ahí.
Pero hoy va a hablar el poeta de ALCARAVÁN, del grupo ALCARAVÁN, al
que Antonio Luis perteneció y dar a conocer porque muchos, casi con seguridad,
algunos de los que están aquí tienen ese privilegio, pero otros no, de conocer
los primeros números de ALCARAVÁN y los primeros versos de Antonio Luis con 16
y 17 años.
Ahora vais a ver como escribía Antonio Luis con 16 años y como están
ya las líneas de su futura poesía y de su futura gramática. Voy a empezar por
el número 1 de la revista ALCARAVÁN, que se edita el 15 de agosto de 1949, o
sea Antonio Luis tenía 16 a 17 años, tiene una cancioncilla que se llama: Canción del niño Celoso, en el número
1, muy breve entonces…, casi no nos atrevíamos a publicar poemas extensos…
“- Que yo no quiero que esté sola
mí niña en el río,
que tengo celos del agua cuando
besa su vestido,
y celos de las adelfas y de los
alces sombríos,
que yo no quiero que esté sola mí
niña en el río.”
En el número 2 del 30 de agosto
abre el número con una pincelada en prosa poética, se llama: “Aquel viejo Rincón.”
“- Muchas veces pasé por aquella
pequeña iglesia gótica, muchas veces y ninguna de ellas miré su amarillenta y
antigua fachada, pero aquel día sentí un impulso irrefrenable de penetrar en
ella, de contemplar sus retablos y de rezar ante una Virgen desconocida, obra
de algún escultor sin historia. El causado y soñoliento sonar de una campana me
sacó del letargo ideológico en que me había sumido.
Las beatas con el misal bajo el
brazo, cruzaban las hebras de cal y piedras de los callejones para desembocar
en la placita, sin bancos ni arbolado donde estaba la entrada, con escenas de
figuras evangélicas.
Entré, una sola nave, en el coro,
los rostros de pergaminos de las miniaturas del doce, miraban a través de las
letras iniciales soñando con un mundo sin latines.
En el lado derecho, otra nave ciega
con un altar y en el izquierdo, un sepulcro sostenido por cuatro aves
mitológicas.
El Sol a través de los policromos
ventanales, daba tintes de nostalgia neurasténicas a aquella mujer que
arrodillada junto al sepulcro, murmuraba oraciones fantasmas con labios de
mármol.
En el altar un cáliz que se alza
entre el silencio de los fieles y el leve tintineo de una campanilla. Ite missa
est.
Salí no he vuelto más a aquella
placita sin árboles, ni he vuelto a ver la fachada antigua y amarillenta de
aquella gótica iglesita. Hoy sin saber por qué he dejado a mí pluma hilvanar
estos recuerdos.”
Con 16 años no escribía mal
¿Verdad?
En el número 3 Antonio Luis
colabora con dos canciones, una se titula: Ayer
y hoy y otra: Marinera, dedicada
a su amigo David Cervera.
Ayer y hoy canta así:
“-
Un jardín de ensueño con altos cipreses que llegan al cielo, por entre las
ramas y las verdes hojas, la luna asomada, los mismos cipreses, el jardín con
luna y las hojas verdes, todo era lo mismo y nada lo era, porque te habías
ido.”
Y la Marinera navegaba así:
“-
Marinera, que yo dejaría mi arado y con los barcos me iría,
tan solo con que dijeras, Marinera
que al mar contigo me fuera.
Si quisieras que por estar a tu lado
yunta, trigo, sol y era, en el campo dejaría.
Marinera que al mar contigo me
iría.”
En el número 4 del 1 de octubre del 49 ya hay un poema de más cuerpo,
más serio en alejandrinos y se ve como dominaba las formas y tenían el problema
formal desde el inicio y más cerca de la rima que del verso blanco y del verso
libre siempre el grupo… Se llama el poema: Columna
“- ¡Oh mástil de un navío que viene
del pasado por los mares de historia hacia playas futuras!
¿En qué puerto escondido dejaría el
velamen, en dónde su cubierta cargada de recuerdo?
¡Oh ciprés de los tiempos con el
tronco de piedra, en sus ramas las aves no dejaron sus nidos!
¿En qué tumbas lavaras sus raíces
sin sabias? ¿Qué brisa azotaría su copa sin verdores?
Capiteles de jonia con suspiros de
Grecia…
¿Qué gorgona ha clavado la espada
en su blancura?
¿Cuál fue el mármol celoso que
rompió sus deseos de jugar con las musas en el templo de Apolo?
Era un grito de mármol de un
gigante cualquiera un amero infinito de una diosa latina y una sombra sin dueño
que de noche vagaba entre besos de lunas y sollozos de vientos.
Hoy la base no siente la pasión de
su carne, ya su friso cansado de ilusiones marchitas descansa eternamente
vencido por la yedra, ante el reloj sin horas que destrenzan los hilos.
Añoranza
“- Temblaban sus volantes como
pájaro herido y rozaban el suelo sus chapines de raso, cuando juntos bailábamos
en un salón de Viena los divinos acordes de los valses de Straus. (pronto
soñaba el poeta)
El azul del Danubio reflejó en sus
cristales la ilusión de sus ojos, más azules que el agua y las sombras
brillaban bajo el arco del puente, mientras quieto el silencio nuestro amor
espiaba.
Añoranzas de Viena con sus valses y el río, se
marchó hacia otros valses y otras Vienas sin cielo, una noche en que el agua
más alegre sonaba llevando entre sus sombras un poema incompleto. Hoy tienen
las arenas las huellas de su paso y los juncos suspiran las ausencias de su
cuerpo, mientras lloro su imagen por la orilla vacía, buscando en sus azules el
fantasma de un beso.”
Antonio Murciano continuo con
los poemas de la niñez de Antonio Luis Baena para dar paso al editor.
José Mateos |
José Mateos: “- Yo vengo aquí como editor,
he tenido el privilegio de editar este último libro de Antonio Luis Baena.
En este mundo en el que provenimos procedentes de un misterio y al que
nos vamos con idéntico destino, pues seguramente quizás no hay nada más
fascinante que la infinita variedad humana. Cuántos rostros, cuantos roces,
cuántas vidas con su novela detrás con su mundo particular cada una, en fin…,
yo creo que ni siquiera la fauna de los fondos marinos, que según nos enseñan
los documentales, están tan variopintas…, pueden competir con una variedad tan
enorme de seres que nos enamoran y nos intrigan.
En esa subespecie de los seres humanos que son los poetas, también hay
una enorme variedad, hay multicolores, los hay virtuosos, humildes, más
discretos que cantan en voz baja…
Antonio Luis Baena es un poeta con un mundo propio, con una voz
identificable dentro de esa estirpe de poetas de aquí de Arcos que tienen todos
un aire común, pero muy distinguible cada uno de ellos y para mí supones un
placer, un honor haber publicado este libro último de él, donde a mí lo que más
me ha llamado la atención es como alguien que de alguna manera ya ve cumplida
su vida, ha vivido una trayectoria larga, pone en una balanza todo la que la
vida supone, lo bueno y todas las tristezas de las que ha aludido Antonio,
desengaños que va uno acumulando por la vida, poner todo eso en una balanza y
al final dice sí, ha merecido la pena, hay esperanzas…
Es un libro esperanzador y eso me parece muy bonito."
Pedro Sevilla |
Pedro Sevilla: “- Un padre, un hermano, un amigo, un poeta no se muere, sino que se
nos muere. El matiz es tan profundo que introduce el pronombre: nos o me, si habláramos
en singular…, indica que con ese muerto tan nuestro, hemos también muerto
nosotros y al mismo tiempo indica que él sigue vivo en nuestra vida, viviendo
con nosotros, así la memoria, ese alimento de vivos y muertos nos nutre en un
camino de ida y vuelta, los recordamos a ellos, es decir: los vivificamos y
ellos nos dan la flor y el fruto de su muerte, de esa semilla que es toda
muerte.
A Miguel Hernández se le murió
su amigo Ramón Sijé, con quien tanto quería y a nosotros se nos murió va ahora
para un año, nuestro poeta Antonio Luis Baena.
Era diciembre cuando el mundo
empieza a prepararse para el revolucionario nacimiento del amor que él cántara
en su libro CAMPANA SOBRE CAMPANA, diciembre es un mes de cocteles, de
celebraciones, pero la muerte no descansa y hasta Sevilla nos fuimos sus amigos
para decirle: no adiós, porque los poetas no se van nunca, sino a estar un rato
con él en su quietud definitiva, en su bien ganado descanso o por mejor decirlo
en su nueva forma de elaborar, conocedor ya del gran secreto de la muerte, ese
que tanto le atraía y atormentaba al mismo tiempo.
Los poetas no se van nunca y
prueba de ello es que aquí está su nuevo hijo, su hijo póstumo hecho de versos,
este ULTIMO NAVÍO que ahora surca el mar del tiempo con su a la vez desvalido y
orgulloso velamen de poemas.
Meses después de aquel diciembre
la viuda de Antonio Luis: Violeta Gallé, con quien he avanzado en amistad más
en este poco tiempo que en todos los años anteriores, prueba de que algunas
veces la amistad con un hombre nos impide o ensombrece, involuntariamente,
claro la amistad con su mujer, Violeta Gallé como digo me pidió que revisara
los inéditos de Antonio Luis, porque ella no podía permitir que lo que quedara
de valioso en la obra inédita de su marido, dejara de ver la luz.
Era a la vez un homenaje a su
marido, un empeño en continuar su amor más allá de la muerte y un compromiso
con la poesía, porque no es bueno que los buenos poemas amarilleen en un cajón.
Después de revisar todos los inéditos y de ahondar en la amistad con Violeta,
tan dolorida y sagrada que a veces uno quisiera arrodillarse ante ella,
decidimos que este ÚLTIMO NAVÍO, este pequeño pero esclarecedor conjunto de
poemas, tan postrimeros como esperanzados, daría una clausura exacta a una obra
que en el prologo se dice que es breve pero genuina, o sea que Antonio Luis ha
dicho lo mismo que todos los poetas, porque no hay temas nuevos, pero lo ha
dicho con su voz personal.
Desde la decisión de publicar el
ÚLTIMO NAVÍO todo ido viento en popa, ya que en cuanto le hice saber el
proyecto al poeta y editor José Mateo que hoy nos honra con su presencia, se
prestó a ello y en un tiempo casi record, que no ha impedido la calidad de la
bella edición pudo botarse este NAVÍO desde la Editorial CANTO Y CUENTO que
dirige y como digo nuestro poeta, maestro y amigo José Mateos.
Antonio Luis Baena se nos murió
en diciembre y ahora ya conoce todos los secretos de la muerte que tanto le obsesionaba,
nosotros aun estamos en el misterio, tanteando el misterio, pero nuestra
comunicación sigue inalterable, es más yo creo que ahora nos entendemos mejor
que cuando paseábamos por las calles de nuestro Arcos o cuando esperábamos todos
los Miércoles Santos del mundo, la salida de su Cristo del Perdón.
Cristóbal Romero, en primer plano y Juan Vega en segundo, se sumaron al acto, leyendo poemas del homenajeado |
Los muertos desde su silencio nos hablan más claro, desde su silencio y desde los versos de este ÚLTIMO NAVÍO, Antonio Luis nos sigue dando lecciones de esperanza, de dignidad ante el dolor, nos sigue enseñando que era su otra gran pasión y para hablar con él, para seguir en contacto que mejor que leer alguno de los poemas suyos, muchas gracias.”
Los muertos desde su silencio nos hablan más claro, desde su silencio y desde los versos de este ÚLTIMO NAVÍO, Antonio Luis nos sigue dando lecciones de esperanza, de dignidad ante el dolor, nos sigue enseñando que era su otra gran pasión y para hablar con él, para seguir en contacto que mejor que leer alguno de los poemas suyos, muchas gracias.”
Y
leyendo poemas de él, sus amigos Cristóbal Romero, Juan Vega, Pedro Sevilla,
José Mateos y Antonio Murciano cerraron el acto.
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