De izquierda a derecha: Pedro Sevilla, Domingo González y Francisco Basallote |
El pasado Jueves día 29 de noviembre recordábamos al poeta arcense Julio Mariscal en las jornadas Noviembre Literario, este fue el acto homenaje:
Domingo González |
Domingo González: “- Continuamos con este
noviembre literario donde recordamos a nuestro gran poeta y vecino:
Julio
Mariscal
Quiero agradecer a la persona de Francisco Basallote, que esté hoy
aquí con nosotros en esta noche tan fría y por supuesto, bien venido, igualmente
a todos vosotros y a continuación Pedro va a llevar a cabo la presentación de
nuestro ponente de hoy.”
Pedro Sevilla |
Pedro Sevilla: “- En el apunte de la solapa de su penúltimo libro, Julio Mariscal en
la revista PLATERO, el poeta de Vejer Francisco Basallote que honra con su
presencia esta Capilla de la Misericordia cuyos muros han oído ya tanta poesía,
efectúa a la par que un homenaje sentido a Julio Mariscal, quien le enseñó que
la única salvación es la poesía, un canto a la claridad, al esclarecimiento, al
desvelamiento del misterio que es todo poema.
Claro que indica Basallote por boca de Julio Mariscal:
“-La poesía necesita del rebozo
de lo oscuro.”
Eso ya lo tenía dicho también nuestro común maestro Juan Ramón
Jiménez, para quien la llama más luminosa brota siempre del humo más
encrespado.
De las cartas de Julio Mariscal a Francisco Basallote, objeto de la
disertación de esta noche, se desprende que el poeta arcense entendía la poesía
como claridad, concisión, emoción y verdad. Así se lo transmitió al entonces
joven poeta Francisco Basallote, en esas cartas que tanto prodigó y en las que
dejó para lectores futuros su rotunda poética.
Un poema tiene que ser claro desde lo oscuro, conciso, es decir: que
ni sobre ni falte, emocionante porque un poema no puede ser una carta comercial
y verdadero porque lo que no sale del corazón no es poesía, aunque esté bien
medido e impecablemente rimado.
Yo tengo una deuda imperecedera con Francisco Basallote: En su día nos
hizo llegar a Pepa Caro y a mí copias de su correspondencia con Julio Mariscal
y gracias a esas cartas he podido montar textos para mí tan entrañables como el
prologo que preparé para la antología de Julio Mariscal que recogió el poeta
José Mateos, o el trabajo que realicé para la revista: Campo de Agramante, de
la jerezana fundación Caballero Bonald.
A raíz de esas cartas y de la común pasión por la obra de Julio
Mariscal nació nuestra amistad y nuestro intercambio de textos.
Francisco Basallote, como tantos y tantos poetas de todas las edades, viene
ejerciendo una labor encomiable en pro del mantenimiento de la actualidad
poética de Julio Mariscal y no porque su poesía necesite revitalización, puesto
que es una poesía cuajada de verdad, inalterable por tanto al paso del tiempo,
sino porque la política poética es olvidadiza y arbitraria a veces y gusta de
relegar lo bueno, de esconderlo o preterirlo y entronizar lo banal, lo huero y
perecedero. Encomiable por tanto esta labor que le agradezco públicamente a
nuestro conferenciante.
Francisco Basallote nació en Vejer en 1941 y es un poeta prolífico y
ampliamente laureado: Premio Antonio Machado de Sevilla, Internacional Juan
Alcaide, etc. etc. Ha sido además premio internacional de la crítica y es
también un pintor de claridades, un gran acuarelista y un estudioso de la
relación entre la pintura y el paisaje. Además cultiva la faceta de historiador
de su ciudad natal.
Una dilatada vida entregada al arte, a la poesía en cuyos inicios,
como venimos detallando, estuvo muy presente el magisterios de Julio Mariscal,
su palabra cierta, sus cartas razonadas y su desinteresado apoyo.
Basallote, como uno mismo, mantiene con Julio una relación de amistad
y versos que no estorba que uno y otro estén a ambos lados de las orillas de
río de la vida. Cada vez tiene uno más claro que la relación entre los vivos y
los muertos es a veces más intensa, que entre los vivos entre sí, y eso creo yo
que nos pasa a Francisco y a mí con Julio Mariscal. Les dejo con Francisco
Basallote, con sus palabras y cartas de Julio, muchas gracias."
Francisco Basallote |
Francisco Basallote: “- Quiero en primer lugar agradecer al Excelentísimo Ayuntamiento de
Arcos y a su Delegación de Cultura, el haberme designado este año para hablar
en el homenaje a Julio, con lo que me honra y al mismo tiempo me da la
oportunidad de expresar ante su gente y sobre su piedra, mí personal homenaje
que hace tanto tiempo deseé realizar a este gran hombre que tuvo desde su altura de poeta, hecho y
renombrado, la deferencia de acercar su hondo magisterio a un adolescente que
en la soledad y en la distancia aprendía a escandir versos. Gracias a Arcos por
saber honrar a tan plecaro hijo, gracias a Aurelio Sánchez Mariscal por
mantener el testimonio y la memoria escrita del poeta, gracias a Pedro Sevilla
por mantener encendido el fuego de la palabra y gracias a todos ustedes por su
atenta presencia…
(…) ALCARAVÁN logró una resonancia inaudita y en sus páginas se
escribieron mecanográficamente poemas de Juan Ramón, Pemán. Fernando Quiñones…,
las referencias al grupo se hacían cada vez más frecuentes y ese joven
solitario aprendiz de poeta da un paso decisivo hacia el destino.
A finales del verano de 1958 saca ALCARAVÁN su poemario número 4, se
trata de QUINTA PALABRA, un libro de sonetos prologados por José María Pemán
que la crítica de Cádiz justamente ensalza y que para mí un joven aprendiz de
poeta de 17 años vería brillar en el escaparate de la librería Escelicer, cada
vez que pasaba hacia el instituto Columela. Su poder de seducción se
acrecentaba con los días hasta que por fin pude reunir las quince pesetas de su
precio y comprarlo.
En Vejer, en mí soledad, después de leerlo y saborearlo tantas veces,
sorprendido de la luz de la palabra del poeta y ensimismado en su brillantez,
decidí (siempre he sido muy tímido), escribirle a Arcos, sin saber su
dirección, poniendo en el sobre solamente:
Julio Mariscal: Poeta
A vuelta de correo me escribió el poeta honrándome con su amistad y en
esta primera carta fechada en Arcos el 14 de septiembre del 58, me da su primera
clase poética que nunca olvidaría:
“- Escribe usted dos adjetivos
sencillos y claros, si hubiese usted añadido la palabra emoción hubiera usted
definido mi concepto de poesía: claridad, sencillez, emoción…”
Continua desgranando su trilogía poética, escribe ese gran poeta que
es, que fue Pedro Salinas, que la poesía es siempre obra de claridad de
esclarecimiento aunque necesite los rebozos de lo oscuro. En lengua española
resplandecen sobre todo esos pocos poemas en donde se encuentra el clarísimo a
través de las tinieblas, Juan Ramón ha acertado en el concepto justo de sencillez.
Sencillo es lo conseguido con los menos elementos, es decir: lo neto, lo apuntado,
lo justo, falta la emoción.
Pobre del poeta que enmascara su verdad, su mundo interior, su pan y
su sal por el tópico, el certamen, el tararí tarará, la verdadera poesía no
consigue serlo hasta que deja de ser de uno para ser del lector. Así con
claridad, abierto poeta, en su primera carta como lábaro definictor, su
desnudez más pura, como presentación, su poética por delante y una gran lección
para quien humildemente le decía que era un poeta nobel a quien le contesta:
“-
Poeta ¡Dios mío…! ¡Que difícil…!
Nobel
somos todos, en poesía siempre se está empezando. Hay que procurar aquello del
poeta francés: Dios nos da siempre el primer verso, nosotros tenemos que
procurar que los restantes no desmerezcan de su primogénito divino.”
Pero su docencia no termina en esta magnífica sesión. Su humanidad y
su inmenso afán de conocimiento de los demás se transluce en el corazón de la
carta:
“-
Me gustaría que me escribiese alguna vez y me enviase poemas, qué lee, qué edad
tiene, qué hace…”
Revivo esta carta con la emoción primera y desde el pandit del tiempo
observa, cuánto de simiente había en estas palabras, cumpliendo lo que dice
Pepa Caro en un encuentro con Julio Mariscal publicado en la antología y con
motivo de los 25 años de su muerte que editó el ayuntamiento dirigido por Antonio
Murciano. Dice Pepa Caro:
“- El tesoro más preciado de los
poetas es hacer poetas a los demás, prestarle su sentimiento, con la fuerza
arrolladora de sus palabras…”
Dice Aquilino Duque en un artículo publicado en el Diario de Sevilla
el 14 de junio de 2001 llamado o titulado: Julio Mariscal, poeta del pan.
“- Que uno de los dos poetas de
su generación a quien tuvo como maestro fue Julio Mariscal, el otro fue José
Luis Tejada.”
Dice que fue de su mano como llegó a Lorca y a Alberti, también dice:
“- No recuerdo muy bien quien me
puso en contacto epistolar con Julio Mariscal, esos primeros versos de Mariscal
me llegaron por primera vez copiados de su puño y letra, acompañado de consejos
y críticas de los versos que su vez yo le mandaba. Al criticarme a mí por el
empleo de tal o cual palabra, no escatimaba la autocrítica.”
Estas palabras del poeta sevillano hacen que con toda la distancia me
sienta condiscípulo de él, en tan excelente y único maestro porque efectivamente,
cada carta generalmente venía acompañada de un poema.
Recuerdo que cuando le pedí CORRAL DE MUERTOS y lo tenía agotado…,
entonces me dice:
“-
En cada carta te voy a mandar un poema…”
Y me enviaba un poema mecanografiado de CORRAL DE MUERTOS.
Este magisterio aunque profundamente decisivo para mí, fue
lamentablemente corto, desde octubre de 1958 hasta abril del siguiente año y en
su brevedad influiría tanto mi inestable condición personal, como la difícil encrucijada
personal por la que pasaba el poeta. Tiempo de transiciones para el que
iniciaba su historia y para quien había terminado una etapa de la que solo
quedaba una inmensa nostalgia y sabría a un tiempo desasosiego premonitorio.
(…) Publicaba el año antes en Madrid, en la colección Lazarillo, me la
envía Julio en su segunda carta, fechada en Arcos el 12 del 11 del 58, en ella
alude a los poemas que le envié y en sus palabras, el consejo magistral, esa
maravillosa fuente de poesía al mimo tiempo que manifiesta sencillamente su
posición. Sus poemas me gustaron.
“-
Es usted muy joven y tiene que andar aun mucho camino, hágalo sin prisa, lea
mucho y escriba poco, discipline esa fogosidad de la juventud excesiva,
adelante pues y a talarse esos resabios del XIX, los clásicos y los poetas de
hoy, los poetas, por Dios…, no toda esa epidemia de intrusos.”
En el envío es escueto así como en la dedicatoria que dice
textualmente:
“-
A Francisco Basallote, pronto poeta y ya amigo para que no pierda el ánimo de
estas cosas.”
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