domingo, 22 de enero de 2012

Expedición al Pico de los Pinos


Juan Manuel, José Manuel, Benito, Sebastián y Paco en la cumbre. Al fondo se pueden distinguir el Torreón, Simancón
y Reloj

José María Pérez Gómez
Pico de los Pinos

    El Pico de los Pinos en Cortes de la Frontera, con una altitud de 1.398 metros, es una de las ascensiones menos conocidas del Parque Natural de Grazalema. La cumbre está en la provincia de Málaga y a menos de cinco pasos separados por una alambrada, la de Cádiz.

Iniciamos el ascenso desde Cortes de la Frontera
Este es el único manantial que encontraremos en el
itinerario, conviene llenar las cantimploras aquí
    Justo al lado del Instituto de Cortes comenzamos el itinerario, por un carril en el que encontramos los distintivos de los itinerarios del parque y que si lo leemos nos conducirá a los llanos de Libar, algo que omitiremos pues estos llanos los dejaremos a nuestra derecha, pues nuestra meta de hoy es otra. Este carril nos conduce hasta una verea que sale a nuestro encuentro a unos 300 metros aproximadamente y que como es lógico sube y sube, el camino es pedregoso y cansino pero no desistimos pues recuperaremos nuestra vitalidad característica en esta fuente de la derecha, desde donde las vistas ya van elevando nuestra moral.

Paco Neira llenando la botella con agua fresca 
    Una vez repuestos continuamos el ascenso y llegamos hasta una bifurcación desde la que se divisan varias cumbres conocidas, a nuestra derecha se hallan el Martín Gil y el Palo, al fondo, en el centro,el Algarín y la Graja, mirando a nuestra izquierda, Torreón, San Cristóbal, Simancón y Reloj. Cogemos hacia la izquierda por una pista forestal, dejando los Llanos de Libar a nuestra derecha, al oeste tomamos la pista que nos conduce a nuestro destino, todavía queda algo de nieve en las zonas umbrías, cosa que se agradece, pues nuestros cuerpos no notan el frío debido a que los hemos  calentados con la subida. Estamos en tiempo de monterías y aunque el cuerpo me lo pidiera no me atrevería a quitarme la camiseta, debido a que los bellos de mi pecho lobo pudieran ser fácilmente confundidos con alguna presa, pues se oyen tiros a lo lejos. Tras unos 20 minutos llegamos hasta un llano desde el que al poco se divisa la meta.






Las mallas verdes, como esta de la izquierda, guardan los
futuros pinsapos que devolverán el nombre a esta Sierra
Dentro de la umbría, nos sorprende
esta yedra
      Lo primero que llama la atención es el por qué el Pico de los Pinos se llama de esta manera, para empezar sólo se ven rocas. Ya que estamos aquí, no nos volvemos, queremos hacer cumbre y vemos que es mejor sumergirse por nuestra derecha, bajar un poco para iniciar la subida y nos hallamos en una zona espesa de quejigos, alcornoques, encinas..., pero pinos, lo que se dice pinos..., no, bueno sí, resulta que encontramos algunos pequeños pinsapos que han sido plantados por la Consejería, estos se harán grandes alguna vez y “voalá”. Bueno la verdad es que en la antigüedad hubo un bosque de pinsapos en la zona y de aquí tomó el nombre, así como el Pinsapar en Grazalema también se llama Sierra del Pinar..., y es que en otros tiempos al no haber científicos en la zona, a lo que hoy conocemos por pinsapos se les llamaba pinos, que también podrían haberlos denominado como abies pinus bastardus de montaña andaluces u otra cosa similar que los distinguiera, una cosa es el nombre vulgar por el que lo conocen los lugareños y otra el científico, así no se les cambiaba la nomenclatura.  Lo cierto es que en el siglo XIX llegó un cateto ilustrado del extranjero a darnos una lección y lo que nos dio fue el cambiazo, debió pensar que eramos una "jartá"  de palurdos, había descubierto el abies pinsapus el solito, quitándole el mérito a los lugareños que le enseñaron la zona o incluso a otros autores andaluces que describieron el arbolito antes que él, si no: ¿Cómo iba a venir a buscarlo a estos reconditos lugares...? Las autoridades lo acogieron como un acontecimiento único, entrabamos en el libro de la ciencia, le aplaudieron y todos tan contentos arrascándonos la coronilla, toda la vida llamándome José y ahora descubro que me llamo Pepe...

    A veces la verea se nos pierde y la volvemos a encontrar, así hasta que sin darnos cuenta ya hemos abandonado esta espesura y divisamos un cedro solitario allá en lo alto, testigo mudo de no sabemos cuantas historias, entre ellas ha visto como su compañero se ha secado, desde allí el pico nos aguarda a sólo unos metros.

Detrás de José Francisco Cantos podemos ver Ubrique, Sierra de la Silla, Embalse de los Hurones, Guadalcacín,
Arcos, Villamartín...  La alambrada que hay justo a su derecha divide las provincias de Cádiz y Málaga.
La foto fue captada desde la parte malagueña.
    Las vistas son impresionantes, se ve la mar, todas las cumbres del Parque, también el Terril, en la provincia de Sevilla, la Torrecilla en la Sierra de las Nieves, Peñón de Gibraltar, Pico del Aljibe, Arcos, Bornos, Villamartín... Divisamos cuatro provincias españolas: Cádiz, Málaga, Sevilla y Córdoba, una incomprensible y anacrónica colonia inglesa y la costa africana. Bajamos por la parte gaditana, muy pendiente, tras pasar un portillo de la alambrada, hasta encontrar otro sendero que bordea la montaña en sentido Ubrique y llegamos a un camino donde nos esperaba el coche, eran la 17:30 horas, habíamos disfrutado de un día que iniciamos desayunando a las 8:00 de la mañana en Arcos

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