Antonio Ortiz
Concejal y portavoz del grupo municipal Ven-T
Pedro Sevilla junto a Antonio Ortiz |
Escribo esta reseña por lo que me inspira y transmite Pedro Sevilla. No le digo Don Pedro en las distancias cortas porque dejaría de hablarme.
Su
personalidad amable, agradable, afectuosa y cordial. Su reputación pulcra, y
su talante gentil de humanismo
transformador. Perfil humano que me imagino le condicionó en su momento, a ser
un hombre de izquierdas debido a la transición política de este país que fue
una pantomima democrática al igual que lo es hoy. Para ser como es él, no se
necesita ideología. En esos tiempos, ser de derechas o de izquierdas, no tenía
nada que ver con el sentimiento y el concepto actual, aunque muchos se empeñen
en vendernos la burra para que nunca nos pongamos de acuerdo y sigamos
despolarizados. Muchos, por cierto, que no han gestionado bien ni un kiosko en
su vida y han jugado con la ignorancia de muchas personas desde la política.
Ignorancia que sigue en cierta medida aunque los de ahora estamos mucho más
enchufados al móvil, a la tablet y a McDonalds. La plaza del pueblo es ahora
Facebook. Ahora no se justifica hablar de política responsablemente con la
cantinela de la izquierda o la derecha, mientras no cubramos las necesidades
básicas de las personas. Como no creo en las ideologías manipuladoras, como
tampoco en el sistema(s) que nos mal gobiernan, cambio de rumbo por respeto a
Pedro que se merece lo mejor.
Bastante tuvo Pedro Sevilla con el
suplicio de llevar puesto el traje y la corbata que le obligaron a lucir.
“Arreglaito tienes que ir”, le comentó su compañera.
Asistí con sumo placer al Olivares
Veas, con mucho mas gozo, alborozo y alegría al ver el teatro lleno. Por un
momento pensé, como Pedro, si se trataba de un concierto de Isabel Pantoja o de
la presentación de un libro. A rebosar el patio….ni una butaca libre ni
disponible. Esto me llena de esperanza y satisfacción.
La diferencia entre Unamuno y Pedro
Sevilla, guardando las distancias, comentaba Pedro con tono jacoroso, es la
distancia de Bilbao a Arcos.
Pedro, Don Pedro, masticó en la
presentación, las frases y las palabras con sus pausas y parsimonia como le
caracteriza. Sencillo en su oratoria, como siempre que le oigo hablar, inspira
confianza este hombre. No logro entender del todo si es su media sonrisa con la
que te recibe siempre o su estilo caballeresco, atento, y respetuoso. Conquista
e inspira credibilidad, lo cierto es que no he oído hablar mal de él a nadie; Y
en los pueblos ya se sabe que no es fácil decir esto.
“Los Relojes nublados”, título del
último libro de Pedro Sevilla, sin leerlo despacio y en profundidad como habla
él, pero sabiendo o intuyendo parte de lo que el escritor quiere decir en sus
páginas, difiere un poco de lo que entiendo por alcoholismo como enfermedad
psicoemocional, Los relojes nublados, como el bien explicó, simboliza ese
tiempo perdido o lapsus de tiempo mental inexistente que los alcohólicos tienen
cuando beben y necesitan volver a beber
para creer recuperarlo….Yo siempre digo que detrás de una enfermedad hay un
sentimiento. Tengo pacientes y amigos que lo sufren.
Entendí y confundí, cuando leí el
título del libro de manera más simple que no sencilla “Los relojes nublados”, como
la dificultad que tienen los enfermos en ver el reloj y la hora cuando están
ebrios. La mayoría de las veces les esperan mujer, hijos o familia y por una
mezcla de cobardía e inseguridad llegan tarde a casa, donde curiosamente no
quieren ir por otra parte. “La mirada turbia, nublada y lejana al reloj” el
miedo a saber la hora…. Son tantas cosas las que no vemos aun estando sobrios,
que en el alcohol creen encontrar la salida a un mundo interior fundido en la incomprensión,
falta de inteligencia emocional, maltrato, inseguridad, escape de una realidad
ficticia que atormenta cuando no aceptamos la gran mentira en la que vivimos y
nos aferramos o estancamos en un plano de vibración bajo… El vicio y la
necesidad fisiológica vienen después, el origen del problema es emocional en la
mayoría de los casos que me he encontrado.
Pedro, Don Pedro, una vez más, nos
regala en estas páginas, vivencias de su Arcos y sus personajes. He tenido en
este caso junto con su Majestad la Reina
Leticia, mala suerte en el apellido elegido para los personajes por el autor. Nos
habla con la sensibilidad que le caracteriza, de la empatía que siente con los que padecen o
sufren el alcoholismo. El lado humano siempre presente de este señor con
mayúsculas, que un día fue funcionario y que decidió ser de izquierdas, pero
sobre todo persona, escritor y poeta. Un artista y pensador comprometido con
los tiempos que nos tocan vivir sin perder la mirada y recordando un pasado no
tan lejano.
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