Luciano Lozano
Arcos de la Frontera
La democracia en la que vivimos es tan deficiente que la existencia de movimientos sociales, como el 15-M, son vitales para su regeneración, aunque el efecto deseado sea considerado escaso por muchas personas. Sin embargo, ya hay propuestas de este movimiento adoptadas por partidos y hasta por bancos. El 15-M no existiría si nuestros representantes políticos se comportaran como servidores públicos.
Estamos hartos de corruptos que se llevan el dinero de todos, de medios de comunicación poco valientes, de ejecutivos con sobresueldos millonarios, de millones de desempleados, de especuladores financieros y urbanísticos, de defraudadores de Hacienda que se van de rositas con el permiso de Rajoy, de contaminadores, de miles de licenciados que tienen que buscar una salida en el extranjero, de la pasividad ciudadana, del voto irreflexivo, del discurso falso de muchos políticos, de que los grandes partidos se repartan el poder, de la degradación de la Democracia.
La lucha contra los que viven a costa de este “sistema democrático”, que ampara al capitalismo salvaje, no puede parar si pretendemos conseguir algunos de los objetivos propuestos por el 15- M, como son la eliminación de los privilegios de la clase política, la lucha contra el desempleo, el derecho real a una vivienda, aunque sea de alquiler, la dación en pago, servicios públicos de calidad, una renta básica social, el control de la banca, la eliminación de los paraísos fiscales, el fomento de la participación democrática, una ley electoral justa, la reducción del gasto militar… O vivimos de otra manera o el sistema dominante no podrá levantarse, dice nuestra “prima”. Por el momento, los participantes en este movimiento quieren seguir sin atarse a la mayoría de los partidos políticos en los que predomina la ausencia de activismo social y la aspiración por un poder al servicio de un sistema injusto. Cuando cambien, los tendrán en sus filas; mientras tanto, son un movimiento movilizador indispensable.
Esperemos que los políticos tengan en cuenta a este movimiento social y no tachen a sus miembros, con el fin de desprestigiarlos, de radicales antisistemas, como hace el PP, los que se aprovechan del trabajo de los demás y los desinformados. Los verdaderos antisistemas, en el sentido peyorativo de la palabra, son por ejemplo, los defraudadores de Hacienda, los hambrientos financieros y banqueros o los gobernantes que se cargan el Estado de Bienestar. Ser un auténtico antisistema sería la mejor forma de mejorar nuestra democracia. Ir a la raíz del problema, sería la solución, aunque podríamos recibir la “caricia” de alguna porra enviada por nuestros gobernantes.
En esta lucha por el verdadero cambio, los medios de comunicación son imprescindibles. “Convoquemos una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no propongan como horizonte para nuestra juventud otras cosas que no sean el consumo en masa, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición excesiva de todos contra todos”. (Stéphane Hessel, escritor y diplomático francés, uno de los inspiradores de este movimiento).
Hay que estar en las plazas de los pueblos y ciudades, de esta forma se demostraría que los indignados son muchos millones, aunque solo sean miles los que están “dando el callo” en la calle. Y ya los hay de todas las edades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario