martes, 11 de diciembre de 2012

La universidad

Salvador Hueso Sañudo
Arcos de la Frontera

No creo que haya en todo Arcos un lugar en el que se hable con tanta experiencia y sabiduría como se hace en la placita sin nombre, de configuración a una punta de lanza, existente en la confluencia de las calles Portugal y Guatemala de la barriada Las Canteras. De ello son testigos inamovibles cuatro bancos de madera ─junto a una fuente sin agua heredera de lo que fuera un pozo en otro tiempo─ sobre los que en las despejadas y soleadas mañanas y tardes de días apacibles suelen sentarse, entre otros, unos octogenarios zagalones depositarios del saber que dan los años como son: Julio, Francisco, José, Diego…

 
Allí se habla y se analizan con templanza y cordura asuntos variopintos: agricultura, política y puntuales temas del diario vivir. Eso sí, con cierta cautela en cuanto se acerca al grupo algún desconocido que agudice el oído.

 
A mi, particularmente, cada vez que paso por dicho sitio, me enorgullece saludar a ese grupo de hombres curtidos y venerables por el que siento un profundo cariño y respeto, porque sé bien que fueron ellos, y todos los de su generación, los forjadores de los cimientos para salir de unos años difíciles como los de la post guerra civil del 36, tiempos aquellos en los que la hambruna y las calamidades llamaron a la puerta de la inmensa mayoría de las familias, y por ende a las suyas, y que posteriormente hubieron de soportar un largo periodo de austeridad y sacrificio para disfrutar luego del bienestar social y económico que se ha tenido hasta hace poco. Bienestar del que estoy seguro se va a retornar en breves años si todos, sin excepción, arrimamos el hombro en la medida de nuestras posibilidades como supieron hacerlo estos mayores.

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