lunes, 20 de octubre de 2014

Las uñas del León (Capítulo 1º)

José María Pérez Gómez

Hace tiempo escribí este guión que de vez en cuando suelo retocar y que hoy voy a compartir con ustedes parte del capítulo 1º. Los hechos de esta escena ocurrieron en la calzada romana que va desde Ubrique a Benaocaz. Archite era una villa nazarí, hoy en ruinas y que se encuentra entre estas poblaciones, a escasos metros de Benaocaz. Cuando voy por allí se me viene a la cabeza esta batalla. Todavía no había nacido don Rodrigo Ponce de León, pero en la contienda, lucha don Diego Gómez el padre del que va a ser su mas valeroso capitán: Pedro de Vera que se cría en este entorno.


Andalucía, segunda mitad del siglo XV


Don Rodrigo Ponce de León es el gran estratega de los Reyes Católicos. Su gloria culminará con la conquista del reino de Granada, sus hermanos y demás caballeros que le rodean en esta empresa son verdaderas fieras: las uñas del león…, cuyo caballero mas feroz será Don Pedro de Vera Mendoza, el que acometerá las hazañas más duras. Juntos conquistaron media Andalucía y Canarias, mas tierras que el Cid Campeador, pero la fama les será negada.

AÑO 1435

Archite

                Relinchan caballos por la calzada romana de Ubrique, al frente de un ejército va Don Gutierre de Sotomayor: Maestre de Alcántara, con una cruz verde floreada bien visible sobre su capa blanca, le siguen ochocientos jinetes y mil infantes, insignias desplegadas al viento y el pendón de la orden en el centro.

Gutierre de Sotomayor: “- ¡Desmontad! Continuaremos a pie…”

            El ejército avanza por el antiguo sendero hacia Archite, frente a Benaocaz.
En lo alto de las crestas de la serranía, detrás, agazapados en las rocas, los musulmanes preparan la emboscada. Un guerrillero islámico hace una señal con un espejo que visto desde arriba el destello, hace que un oficial de una orden con un leve movimiento de su mano. Centenares de honderos musulmanes agitan sus armas, arrojando las piedras contra los de Alcántara. Desde abajo se escuchan como golpean en los escudos, se aprietan y siguen avanzando. Algunos soldados caen y yacen en el suelo.

Por la calzada abajo, cientos de guerrilleros nazaríes se arrojan como energúmenos imparables, que lanzas en mano van haciendo añicos la defensa de los cristianos, mientras otra sección de los nazaríes dispara sus flechas desde lo alto de los cerros.

El Maestre de Alcántara organiza a los suyos con gran valor, mientras ve como caen muchos de sus soldados que están conteniendo y luchando cuerpo a cuerpo contra los nazaríes. Con los escudos han formado una especie de frontera que frena el envite del enemigo, pero siguen cayendo cristianos, las flechas se hincan en ellos atravesando sus mallas de cota, caen también algunos moros de los que forcejean en la línea de combate…

Por todas partes van llegando más refuerzos a los nazaríes, las piedras no paran de caer sobre los cristianos, ya hay montones de cadáveres, la sangre corre por la calzada y el Maestre de Alcántara ordena la retirada.

Gutierre de Sotomayor: “- ¡Retirada, retirada…!
                Eh, vosotros ir a pedir ayuda.”

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