jueves, 2 de octubre de 2014

“Saqueadas las Arcas de Arcos”- 2ªparte

Antonio Ortiz
Concejal y portavoz del grupo municipal Ven-T

…El rey ordena el ataque de las alas de su ejército, pero para su sorpresa, los partidarios de Ágila abandonan el campo de batalla con otro pacto. Los arqueros a caballo empiezan a hacer estragos en las filas godas y tras varios días de batalla, el rey es derrotado. Los musulmanes de Jeduhlá, obtuvieron la victoria y un preciado botín. Del tesoro sustraído nadie sabía su ubicación. Ágila y los suyos ya se frotaban las manos pensando en recuperar el trono, ya que el pacto consistía en que Tarik y los suyos tomarían el preciado botín y tras alguna escaramuza más, regresarían al Norte de África. Años después, en el 2014 del siglo XXI, ni con el ejército del posterior descendiente, Don Rodrigo Ponce de León, ni “empalando” al equipo que gobernaba la ciudad, se encontraba solución. Era tanta la deuda acumulada, los gastos producidos y los errores cometidos, que no se encontraba solución alguna. Pero en esta época no había jueces y la justicia era la espada. Saqueadas las arcas de Arcos; Ni con el reino de Granada a sus pies, el Duque de Arcos conseguía reconquistar la ciudad de los banqueros y mercaderes prestamistas. Ni con la ayuda de los Reyes Católicos y las onzas de oro recibidas de la corona, podían administrar y recuperar el Ducado. Ni con el escribano de la época, ni con el interventor real a su favor, tenía aquello solución alguna. Don Rodrigo y sus caballeros  estaban abatidos, desnutridos y sin ideas. Las arcas saqueadas de madrugada, por varios oficiales arqueros, embarcaron desde Gibraltar a tierras lejanas.

Don Rodrigo, indignado, con su espada desafiante, gritaba: “Ni con la ayuda de mis primos, hermanos, cuñados y un batallón de soldados desvalidos contratados, salimos adelante. Ni con 15 días en alza de batalla, conseguiríamos la victoria y recuperar el botín. Faltan alimentos y agua para el ejército que se daba de baja.  El desánimo reina entre los hidalgos, oficiales y caballeros. La ciudad estaba abatida a impuestos, el trigo y la leña escaseaba, sólo quedaban reservas para unos días. Por no quedar no quedaban ni palomos en los palomares. Vendimos hasta las buenas armaduras forjadas en Toledo. Ni con el 750 centenario, ni con músicas y banquetes populares, el gentío se apaciguaba y conformaba. Los campos desolados y sin sembrar. Vacíos como las alforjas de los arrieros. Los caballos y burros desnutridos y a punto de alimentar a los lugareños hambrientos. Se lo habían llevado todo. El panorama es desolador. La desesperanza agobiadora. Los soldados necesitaban un motivo, una razón para seguir confiando en su supuesto noble señor.  Necesitaban una solución urgente y rápida, pero no se atisbaba ninguna en el horizonte.  Las Arcas de Arcos han sido saqueadas, la Iglesia consciente, no daba crédito a lo sucedido, sólo quedaba rezar por un milagro. Plebeyas de alta y doncellas de baja quedaron sin ocupación. Finalmente los hidalgos, reconociendo la tragedia, gritaron: - ¡ Que se salve quien pueda, porque aquí no hay quien viva !. La mayoría partieron a otros reinos y fronteras buscando trabajo que los alimentara, los jóvenes y más fuertes llegaron más lejos hasta tierras lejanas. . ¡ Salud y calma vecinos !!, gritaban por las calles, o nos salvamos todos, o no se salva nadie…

Y aquí acaba la leyenda de los tristes y amargos años en los que Saquearon las Arcas de Arcos.


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